27/5/17

Esto es África

Le hubiera gustado llamarse Benko, Okoro, Okeke o Sando, pero el registro de 1967 solo aceptó “Manuel”. El nombre tomó ramas españolas, pero África siguió batiendo su sangre en silencio, como el rumor de los arroyos que comienzan a deslizarse por el Palenque San Basilio a la una del mediodía: media hora antes el cielo ha estallado, las luces han palpitado del susto y la luz se ha escurrido. 

Sin luz, sin nombres ni suelos pavimentados. Lo único que aquí permanece es la esencia negra. “Esto es África”, dice Manuel.

El Palenque fue el el primer refugio de los esclavos rebeldes de Colombia. Estaban agotados de trabajar los campos fértiles que solo la lluvia y el cálido aliento bastan para hacer brotar todo con furia. Manuel cultiva yuca, maíz y plátano; también cultiva música: toca la guacharaca en el Sexteto Tabalá. Y una especie de humor corrosivo que culpa a españoles, gobernantes y todo el que se mueva.

–Pareces enfadado. 

–Eso nos dicen mucho–, responde–, que el palenquero está enfadado, pero es nuestra manera de hablar. 

“Claaaaro”, es su sonora respuesta a muchas dudas que tengo. Si llueve mucho: “claaaaaro”; si hace calor: “claaaaro”; si hace conciertos: “claaaro”; si las casas son firmes: “claaaaro”; si está en paz, si le gusta lo rural; si come sano, tiene hijos, está casado, mira las estrellas, conoce a Ambrosio Delgado, si hay médico en el pueblo: “claaaaro”.




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